jueves, 15 de enero de 2015

El círculo mágico



El círculo mágico


Autor: Profr. Raymundo Rodríguez Rubio











Por la década de los sesenta llegó a Villa Juárez Dgo., una familia procedente de Juancho Rey Zacatecas, era el señor Gabriel, su esposa Guencha, sus hijos se llamaban Pancho, Rosita y Gabriel, ellos compraron una finca vieja por la av. Juárez en contra esquina de la plaza de armas, don Gabriel inició la remodelación de la casa, tumbó techos, puso pisos, pintó paredes y muros, puso puertas de madera en las recámaras, la transformó en su totalidad. Por varios años vivieron tranquilos en su casa nueva, por el día atendían su negocio de tortillas, Pancho y Rosita acudían a la escuela, por las tardes jugaban en la plaza con los amigos de ambos y así se la pasaban todos los días de la semana, una noche del mes de diciembre la jovencita Rosita de escasos diez años de edad, recostada en la cama de su habitación semidormida escuchó ruidos extraños, pero no les tomó importancia y el sueño le ganó. Al día siguiente a la hora del desayuno no comentó nada de los ruidos, luego pasó a la tortillería a hacer el aseo, los días pasaban, los ruidos extraños nocturnos en la habitación de Rosita continuaban, pero la señorita no los tomaba en cuenta, al paso de los días Rosita empezó a tener miedo por las noches, ya que aparte de los ruidos extraños, comenzó a escuchar voces tenebrosas, como que salían del fondo de la tierra, desde ese día Rosita cambió su forma de ser, ya no quería ir a la escuela “Jesús Rivera” donde estudiaba Quinto Año con su maestra Ma. Isabel Rivera Valdés, no salía a jugar a la plaza, andaba como ída, sus padres lo notaron, pero por su arduo trabajo no platicaron con ella, al paso del tiempo su salud desmejoró, a tal grado que su rostro se marchitó, en sus ojos le colgaban grandes bolsas ojerosas, adelgazó y su mirada reflejaba mucho miedo y tristeza, esto era consecuencia por pasar las noches en vela y el martirio que sufría al ver que las puertas de su ropero se abrían y cerraban lentamente, luego se volvían a abrir y cerrar violentamente y con mucha rapidez, además de escuchar voces y susurros que le decían, “¡vete! ¡ intrusa !, ¡ja, ja, ja, ja!”, sus padres al ver que su hija Rosita no se despertaba a comer, no asistía a la escuela, ni jugaba con sus hermanos y amigos por dormir del día, optaron por llevarla al médico, éste le recetó un medicamento que no la curó, ella seguía empeorando, la mamá lloraba mucho con las vecinas, estas desde que notaron el cambio de actitud de Rosita y su aspecto físico le aconsejaron desde un principio que llevara a la niña con un curandero, a Rosita la llevaron con una señora a la Flor de Jimulco pero no pudo hacer nada y les recomendó la llevaran a Peñon Blanco con la espiritista, con la hermana María, al llegar a la casa de la hermana María, ésta, al ver a Rosita reprendió a sus papás y les dijo, esta niña está a punto de morir, te voy a ayudar niña del señor, no entiendo porque existen personas como ustedes que no creen que en este mundo, existen seres que no han podido entrar al mundo de los muertos y que un doctor nunca los va a curar y acuden por ayuda con nosotras cuando ya está casi todo perdido, el próximo sábado es sábado de gloria, ese día el cielo abre sus puertas a la gloria, es cuando las almas en pena pueden pasar en paz por la puerta del cielo, además cuando renuevas una casa despiertas a entes dormidos hasta por 200 años, y eso es lo que pasa en tu casa, no se preocupen voy a ayudar, pero espero que ustedes cooperen, voy a hacer un círculo mágico para hacer el traslado de los espíritus que viven en tu casa, a las tierras de estío o mejor conocido como el más allá.

El sábado en la noche se presentó la hermana María y su ayudante que la hace de puerta en este tipo de sesiones, se reunieron en la habitación de Rosita, los papás, los hijos, y las espiritistas, despejaron el cuarto para iniciar la sesión, luego, todos de pie tomados de la mano, la ayudante se puso en la puerta, hicieron el círculo mágico que es una batalla protectora entre nosotros y el universo, se encendieron velas para absorber la energía negativa y quedara la pura positiva, se prendió incienso para concentrar la mente a los del círculo mágico, se bendijeron las cuatro esquinas de la habitación, se invocó a los guardianes, a los que se les llama Atalaya y abrieron una puerta para el traslado de los espíritus como así sucedió, decía la espiritista con voz fuerte: ¡escuuuuuchenmeeeeeeeee!, ángeles y querubines del reino de nuestro señor Dios, manden el resplandor de la luz divina en el nombre del que todo lo sabe y todo lo puede, para que estas almas atrapadas en la dimensión de la vida y la muerte, puedan caminar por el túnel de la luz celestial a los brazos del Todopoderoso, almas en pena háganse visibles y pasen por la puerta humana al túnel sagrado de Cristo misericordioso, etc., etc.

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